vague en la noche,
que oí mi alma en las estrellas.
Cuanto error, cuanto amor que perdí,
En el frío de la tierra,
Por andar de aquí pa’ allá de un alma.
Por dejar mi vida allí,
en los labios de la muerte, junto a sonrisas vanas.
Cuanta luz, cuanto tiempo cedí a la oscuridad
¡Ay, que endeble es este mundo!
Cuanto fui, cuanto sé, cuanto así,
que deje lo imprescindible, que arrebato mi sueño.
Cuanto hay, cuanto ahora sembré,
que aguardo a la dicha que entregue a mi puerta
el júbilo de mis alas.
Para remontar al fín
De esta gran grieta que enrola mis entrañas.
Cuanto tiempo hable,
Para poder verte asi,
Y palpar la eterna luz de tu alma.
Bendigo que mi amor, hoy, sigue en pie,
Y es mi brillo, tu luz, en la madrugada.
Un sendero de monte es mi pedestal
Y la penumbra cede ante un amanecer.
Cuanto vi, cuanto sé que mentí, y perdí.
Fue mi diosa la eterna luna compañera.
Cuanto ocaso, cuan duro tantas veces fui,
que hoy mis huellas atraen luceros de esperanza.
Cuanta sombra y dolor tuve que pasar,
que la claridad me besa y no desangra.
Y asi agradezco a Dios,
Por haberme hecho mejor,
Porque el galardón es tener amor.
Es Sembrar amor…
Pues, te digo que mi amor, hoy, sigue en pie,
Y es mi brillo, tu luz en la madrugada.
Un sendero de monte es mi pedestal
Y la penumbra cede ante un amanecer.
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