Todos los días,
nos quieren matar.
Por dentro,
por fuera.
Quien es capaz de ver
como fruncen
nuestros ceños
por sentir la gravedad,
por vivir en la impiedad.
Por no permitirnos
se parte
de su mundo,
sus costumbres,
sus formas,
su inflado derrotero
de lo que no es bueno.
Hay verdad,
hay amor,
no puedo cerrar mi corazón,
eso sería una traición,
a mi mismo,
a mis pares,
a mis amigos,
cercanos
y los lejanos.
A los que creen o ven
como lo hago yo.
Sufro por el mundo.
Dolidos por el mundo,
nos ampara la estrella
de la conciencia,
la tuya, la de ella,
la nuestra.
La lumínica razón de Ernesto,
la canción de Silvio
o la de Chiko,
y el recuerdo de Violeta,
La escuela del altiplano,
o el camino de piedra,
que aquel hijo de indio,
cantara.
El vuelo eterno del Condor,
los cielos del Aconcagua,
o el agua pura de los hielos
continentales
del sur.
Podran matar el alma,
pero no asesinaran
ni la causa,
ni la razon.
Muy bueno Luciano........."pero no asesinaran ni la causa ni la razón".... un final excelente. Un abrazo amigo-Graciela boticaria:-)
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