jueves, 7 de octubre de 2010

Del engaño, de las apariencias y el pecado:



Nada es nítido en lo supuesto,
Nada es racional en lo intangible.
¿Quién sabe mas que Dios?
Quien mejor que uno para 
saber donde moro como bestia,
pues, no mucho nos distingue
a los hombres de las bestias.
Solo la razón, que en muchos casos
La perdemos, o simplemente,
la dejamos ir a voluntad.

Las apariencias… una vez dije
Que lo perverso era el encanto,
y es allí donde reina la estupidez.
Pues, es el rasgo mas superficial de un semejante,
La simpatia, el sentido del humor,
No se examina el corazón, sino
que se toma lo fútil, lo voluble, lo infundado.
Y las lecciones se aprenden con el corazón,
y donde reina la estupidez, lo perverso es el encanto.
Entonces se engaña uno con las palabras,
las muchas y “profundas” palabras,
que suelen encaminar a la confusión, pues,
la sabiduría se halla en lo simple, en lo limpio y en lo poco.

Al pecado nos abrimos paso.
La melosidad del habla, los halagos, la admiración o “la adulación”,
Remiten a traspasar el límite, el límite prohibido entre dos personas.
( Peligroso ir mas allá, peligroso acercarse)
Se gesta la atracción, un deseo impuro, la seduccion
le da rienda suelta a las ansias, a la intriga, a lo profundo.
Asi resulta sabroso el pecado, pero el ajenjo lo resulta de igual manera.
Como habla un buen libro:¿podra el hombre caminar sobre las brasas
sin que le chamusquen los pies?
Las lecciones se aprenden del error donde habito un corazon.

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